A veces no se que hacer con esto. Me avasalla el pensamiento en las noches y me priva de levantarme en las mañanas. Me arraza los domingos, lo juro. Es como un recuerdo nostálgico de la euforia de la noche anterior, pero ahora ya no es la noche anterior, ni siquiera es domingo. Es como una plastilina, o la sensación en las manos que te da la plastilina al manipularla, como moldear, meter los dedos, amasar, darle vueltas a algo sin forma tratando de armar algo, una estructura quizás. Pero no es algo rígido. A veces se siente así y a veces como un manto que me cubre pero también me ahoga, me aleja pero también me acerca a los recuerdos que extraño y a los pensamientos que me invento. Otras veces es como un cielo oscuro y distante. Encuentro esto en muchos lugares, en muchas ocasiones de mi vida, en muchas etapas distintas entre sí. Lo que tienen en común todos los estadíos de mi vida es que siempre estuve yo y esto. Siempre fuimos uno quizás. Me acompañó cuando era una niña, cuando toqué la estufa caliente en el jardín de infantes después de que mis compañeros me dijeran que no quemaba, que no iba a pasar nada. Estuvo cuando tuve mi primer examen, en mi primer pelea con mis amigas, la primera vez que me sentí sola, la primera vez que me dijeron gorda, negra, inútil, anorexica, puta, estúpida, feminazi. Las veces que me hicieron sentir menos. Tambien estuvo las veces que logré cosas importantes, en mis viajes, en mis aventuras, en mis primeras relaciones. Siempre que estuve siendo felíz, inclusive en ese instante en el que se és conciente de que uno está siendo felíz siempre hubo un intervalo en el pensamiento en el que esta cosa se dio paso para decirme “acá estoy”. Siempre me acompañó. A veces tomamos mates juntos, a veces nos abrazamos para dormir, aunque su abrazo me ahogue y me apriete el pecho, después me suelta y me deja descansar. Haga lo que haga me persigue, me acompaña, me castiga, me hace llegar a los mas ilógicos pensamientos y me hace sentir que todo sentimiento viene incluído con esto. Tiene colores, imágenes, palabras. Se manifiesta en recuerdos que nunca olvido. En el amor y en el odio. Cuando estoy bailando maniática en una fiesta y cuando estoy durmiendo hecha una bolita. Cuando me recuesto en el pecho de mi mamá o cuando me acaricia el pelo mi papá. En el cuidado y en el cariño. En los examenes de la facultad, en los recesos, en los descansos. Mis oscuridades. No tiene nombre, no tiene forma, no tiene final.
-《 ¿Qué es?》 me preguntó curioso, confundido y un tanto angustiado.
-《El tiempo, creo…》respondí, 《y la pena que lo acompaña》.
